jueves, 24 de septiembre de 2009

La postura tomada por los aparatos eclesiásticos ante el Golpe de Estado en Honduras

El golpe hace sonar diferentes campanas

Por Marina Basgall
Todo empezó luego del anuncio de Manuel Zelaya de realizar un referéndum para instalar una asamblea constituyente en la que se permita la reelección inmediata. Esto despertó un conflicto entre los diferentes poderes del estado hondureño y produjo el Golpe de Estado del 28 de junio de este año. El presidente Zelaya fue expulsado de Honduras y Roberto Micheletti tomó su cargo.

“Si una cosa debe reconocerse, es que toda actitud que tome el hombre, tiene una dimensión espiritual, sicológica, moral y también las dimensiones políticas, sociales y económicas. No existen actitudes apolíticas, uno hace política con cualquier actitud que tome”.

Me propongo en el siguiente escrito ocuparme de las posturas de los aparatos eclesiásticos hondureños ante el Golpe de Estado en Honduras que acontece desde el último 28 de junio. Estas actitudes están plasmadas en pronunciamientos y jornadas de oración y, también, en documentos de las diócesis hondureñas y en las movilizaciones a favor y en contra de Zelaya en las que participan, sin duda, creyentes religiosos, cristianos, protestantes y católicos.
No quiero que este trabajo sea tomado como un ataque a la fe religiosa, sí me interesa introducir los caracteres de este substrato que lleva a los aparatos clericales públicos, con mayor capacidad de incidencia en la población, a apoyar la constitución y continuidad de un sistema de dominación económico, social, político y cultural centrado en intereses y privilegios particulares y excluyentes y que resuelve sus situaciones de crisis con violencia armada. Si se prefiere, en términos directos, esta discusión se pregunta por qué los golpes militares resultan apoyados por los aparatos clericales cristianos de masas y la violencia, que no es solo militar o policial, es acompañada con escasa o ninguna crítica por estos aparatos clericales.
Independientemente de que el presidente José Manuel Zelaya haya incurrido en acciones inconstitucionales, acciones por los cuales se le debió seguir un proceso de acuerdo a la las leyes hondureñas, contra él se activó un golpe de Estado.
Las posturas se ven en el “Mensaje de la Diócesis de Santa Rosa de Copán”, fechado el 1º de julio, donde se rechaza tajantemente el Golpe de Estado, éste fue suscrito por el obispo Luis Alfonso Santos y sostiene que no ha existido ningún golpe.

Mientras que la Conferencia Episcopal, apoya un golpe empresarial/militar y, con su respaldo clerical y el de otros ‘pastores’, puede ser valorado asimismo como ‘cristiano’.
Debe observarse que tanto las jornadas de oración, como la declaración de la Conferencia Episcopal hondureña fueron ampliamente difundidas por la prensa y las agencias periodísticas favorables al golpe. De esta manera, lo que sostiene a los posicionamientos y toma de partido clericales en favor de una dominación oligárquica y neoligárquica que, históricamente se puede comprobar, tiene efectos antievangélicos y antihumanos por ser excluyente y bloquear sistémicamente la institucionalidad democrática y el reconocimiento de derechos humanos tanto en su versión individual como social.
Los aparatos ministeriales ‘protestantes’ también apoyan el golpe y han saludado efusivamente a los militares en tanto ellos han sido el brazo con el que Dios ha atendido a las oraciones y se opusieron a lo que creyeron era la intención del presidente Zelaya por reformar la Constitución.
Pero uno se pone a pensar, si los golpistas reprimen y en la represión se producen muertes, entonces la pugna se torna mayor: Dios no puede desear esas muertes derivadas de la remoción de una autoridad.
No es raro que el pleno de obispos no mencione en su declaración ni una sola vez los derechos humanos, pese a la represión y censura que se estaba desplegando ante sus ojos. No es sencillo entender por qué el aparato clerical respalda los golpes de Estado y no toma ninguna acción efectiva para detenerlos y castigarlos.

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