jueves, 24 de septiembre de 2009

En Honduras la libertad de expresión dejó de ser un derecho

La información es una víctima

Por Noelia Bruno
Tan pronto como los militares tomaron el poder en el Estado hondureño, la autonomía de los ciudadanos y las instituciones se vio completamente condicionada por los modos de represión que el gobierno de facto desempeñaba. Las diferentes formas de expresión fueron atacadas: las manifestaciones multitudinarias a favor del gobierno de Manuel Zelaya y la propagación de los acontecimientos a través de los medios de comunicación.

Hasta el día 28 de junio la información de actualidad del país centroamericano circulaba con total normalidad. Tanto los medios independientes como los de carácter público daban cuenta de la realidad con criterios diversos. Pero, una vez que las Fuerzas Armadas, junto con Roberto Micheletti, irrumpen en el sistema político nada continúa de la misma manera.
La experiencia que nos dejaron los gobiernos militares de las décadas del 70 y 80 en Latinoamérica es muy semejante a lo que ocurre en Honduras en el presente. Y esto, en cuanto a la utilización o a las medidas que toman las autoridades golpistas respecto de qué se dice y qué no públicamente.


Dentro de las primeras operaciones que llevó adelante el gobierno de facto están los allanamientos a las instalaciones de los medios de comunicación. En primer lugar se inspeccionaron los canales de televisión y emisoras radiales. Pero no sólo se los investigó, sino que, además, se les obligó a suspender sus transmisiones porque los militares ocuparon las instituciones periodísticas. A ello hay que agregar que las emisiones se vieron restringidas por cuestiones técnicas vinculadas a los cortes de luz y a las tomas de repetidoras y transmisores.
Varios canales fueron sacados del aire debido a que informaban sobre lo que estaba sucediendo en el país. Algunos programas de televisión, que tenían una apreciación crítica del golpe de Estado, fueron prohibidos. Tal es el caso de Radio Globo, Canal 36, Telesur, la CNN, entre otros.
A los periodistas y camarógrafos, que cubrían las manifestaciones y protestas de los ciudadanos hondureños que resisten y hacen frente al gobierno militar, se los detuvo, se los agredió y se los amenazó. Varios de ellos, luego, fueron puestos en libertad. Sin embargo, se registraron asesinatos de algunos trabajadores de los medios. Asimismo fueron destruidos los materiales fotográficos producidos al igual que las cámaras.
Claro que no el total de canales ni la totalidad de emisoras han sido suspendidos. La polarización que se percibe en los medios de comunicación tiene de un lado a aquellos que son de propiedad pública, es decir, que no tienen independencia del Poder Ejecutivo y, por ende, se los inscribe a favor del golpe. A ellos se los utilizó con el fin de concientizar acerca del aspecto positivo de la imposición de los militares en el gobierno de Honduras. Sin embargo, sus emisiones son condicionadas: la información que manejan está manipulada y censurada. Ciertos canales han cambiado su programación (privilegian las notas del espectáculo, las telenovelas y las tiras cómicas) para evadir lo que realmente pasa y han cambiado el personal que los dirige. Dichos medios no aluden, por ejemplo, a las restricciones a la prensa, al toque de queda ni a los constantes cortes de la energía eléctrica.
A las medidas extremas que las fuerzas de seguridad han ejecutado, los medios han respondido resistiendo. Las producciones y los archivos que documentan el verdadero presente del territorio hondureño encontraron caminos alternativos de expansión hacia la comunidad internacional: desde la clandestinidad se transmiten por internet múltiples formatos de realizaciones audiovisuales elaboradas por profesionales y ciudadanos comunes.

Se observa una contradicción en el gobierno de Micheletti: la toma del poder político en Honduras tiene como fin, según sus palabras, conservar el orden democrático. Pero, resulta que la democracia implica la garantía y protección del derecho a la libertad de expresión. Pues, manifestarse sin limitaciones es la condición fundamental para la defensa de todos los derechos humanos y para la existencia de cualquier sociedad civil. ¿Será que para él la democracia implica sólo algunos aspectos de la vida social? ¿O que nada tiene que ver ella con la diversidad de voces?

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