jueves, 24 de septiembre de 2009

Honduras: hoy

"¡Aquí nadie se rinde, el pueblo unido jamás será vencido!"

Por María Belén Demartin
Hace pocos días Honduras no pudo festejar la conmemoración de la independencia. A pesar de que el artículo cuatro de la Constitución de la República de Honduras establece que la forma de gobierno es democrática, republicana, y representativa; y que el quinto, declara que el gobierno debe sustentarse en el principio de la democracia participativa, del cual se deriva la integración nacional, que implica participación de todos los sectores políticos a fin de asegurar y fortalecer el progreso de Honduras basado en la estabilidad política y en la conciliación nacional. Éstas son hoy por hoy palabras plasmadas en un papel.

El 28 de junio de 2009, a primeras horas de la mañana, el presidente Zelaya fue detenido en su domicilio por militares a las órdenes del Jefe del Estado Mayor y trasladado a Costa Rica. Por la tarde del mismo día oscuro, en el Congreso se leyó una carta de renuncia de Manuel Zelaya, que fue desmentida por el propio Zelaya. El Congreso aceptó la supuesta renuncia y designó a Roberto Micheletti, (presidente del Congreso) como sucesor. En síntesis: otro Golpe de Estado se suma a la larga lista de sufrimiento en América Latina.
Hay personas que sostienen que no existen las casualidades, sino las causalidades, un claro ejemplo: el mismo día en que el presidente Zelaya fue derrocado, se iba a realizar un sondeo de opinión nacional para preguntar a la población si quería que se realice un referéndum en las próximas elecciones, para saber si debía o no, formularse una nueva Constitución. El efecto: un golpe de Estado.
¿Qué hizo Zelaya para que un Golpe de Estado lo destituya de su puesto? La respuesta: imposible de contestarla, ya que nadie merece sufrir semejante atropello. El 7 de diciembre del 2005, Manuel Zelaya ganó las elecciones con el 49,9% de los votos. Sus objetivos: mejorar la calidad de todos los ciudadanos hondureños.
Los hechos: Honduras poseía hasta 2007 el peor sistema educativo de América Central, con 1.300.000 analfabetos. El gobierno de Zelaya implementó el método cubano de enseñanza “Yo, sí puedo”; a su vez se puede decir que la miseria, el analfabetismo, y la insalubridad, en la actualidad va disminuyendo, gracias al trabajo con la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA), organismo que incorporó a Honduras por intermedio de Zelaya.

El ALBA es una propuesta de integración, que pone el énfasis en la lucha contra la pobreza y la exclusión social de los pueblos latinoamericanos. Se fundamenta en la creación de mecanismos para introducir ventajas cooperativas entre las naciones, permitiendo compensar las desigualdades existentes entre los países del hemisferio.
Uno de los objetivos del ALBA es la integración latinoamericana, a partir del conocimiento de posiciones e intereses comunes que permitan constituir alianzas estratégicas y presentar posiciones comunes en el proceso de negociación.
ALBA es una propuesta para construir consensos e integración, en función de alcanzar un desarrollo nacional y regional que elimine la pobreza, las desigualdades sociales y asegure una creciente calidad de vida para los pueblos.
El ALBA, es una manifestación de que Otra América es Posible.
La oposición indudablemente quiere romper la unidad centroamericana que está logrando el ALBA.

Honduras está unida contra el régimen usurpador que asaltó las instituciones del Estado el 28 de junio. La ciudadanía reclama el retorno de Zelaya, la celebración de elecciones libres y democráticas y la elaboración de una nueva Constitución más justa, equitativa, y participativa, para todos los hondureños.
El futuro de Honduras, como de todos los pueblos, está en manos del pueblo.

Los gobiernos latinoamericanos reclaman una pronta solución para restablecer el Estado de Derecho y restitución de Zelaya.
El lunes 21 de septiembre, finalmente, Manuel Zelaya pudo después de dos intentos fallidos, pisar suelo hondureño y se refugió en la Embajada de Brasil; desde allí ha invitado al diálogo. Pero el problema es que desde el régimen de facto no ha habido una recepción franca. Lo que hay son disparos y represión.
La “solución” (supuestamente) para la restitución de Zelaya, es firmar el Acuerdo de San José con el apoyo de Naciones Unidas y la OEA. Producto de la mediación del presidente costarricense Oscar Arias, que plantea un gobierno de unidad nacional y la declaratoria de absolución para los responsables del 28 de junio. O sea hacer borrón y cuenta nueva. Lo cierto es que “quien no conoce su pasado está condenado a repetirlo en el futuro”.


El deterioro de la comunicación, de un diálogo sincero, es uno de los grandes flagelos de esta humanidad, y es por eso que estamos, como estamos.

1 comentarios:

Unknown dijo...

modificación: ¿Qué hizo Zelaya, para que un golpe de Estado lo aparte de su puesto? La respuesta: imposible de contestarla, ya que nadie merece sufrir semejante atropello.

frase más acertada, porque mi intensión no era ni es justificar los golpes de Estado.