viernes, 6 de noviembre de 2009

El discurso mediático: una manera de presentar la realidad

Medios de comunicación ¿creer o reventar?

Por Noelia Bruno
Los enunciados a los que accedemos a través de los medios masivos de comunicación se nos muestran tan reales que, generalmente, no nos damos lugar a dudar de lo que ellos dicen. Narran los acontecimientos de tal forma que puedan percibirse como objetivos y, por lo tanto, muy creíbles a pesar de que haya en sus discursos alteraciones de la realidad.

Qué es lo real y qué no resulta difícil de distinguir si tenemos en cuenta que existen tantas realidades como discursos en la sociedad. Cada sujeto construye dichas realidades a partir de diferentes elementos de un mismo asunto.


Bajo este criterio actúan los medios de comunicación que, a cada instante, presentan los hechos como acontecimientos. Eliseo Verón expuso en su obra “Construir el Acontecimiento” una definición de los acontecimientos sociales con estas palabras: “No son objetos que se encuentran ya hechos en alguna parte en la realidad y cuyas propiedades y avatares nos son dados a conocer de inmediato por los medios con mayor o menor fidelidad. Sólo existen en la medida en que esos medios los elaboran”.
De aquí se desprende que ellos contribuyen a la formación de significantes que atraviesan a los individuos y que, a su vez, se manifiestan como hegemónicos. Sin embargo, los enunciados mediáticos, con más énfasis que los demás, responden a sus propios intereses, entonces buscan establecer su verdad como única.
El de los medios “es un discurso afirmativo, en principio, aseverativo, todo el tiempo está afirmando algo”, manifestó Enrique Raffín, profesor de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNER, refiriéndose a las pretensiones de legitimación de éstos.

Las realidades expuestas por las empresas periodísticas en varias oportunidades no resultan ser tan ciertas. Los datos que extraen de las cosas que suceden suelen ser auténticos, pero sobre ellos trabajan para darle una acepción diferente. En este sentido, sobre el tratamiento que se hace de la realidad, expresó Raffín: “la seleccionan, la compaginan, la van construyendo”. Y agregó: “los medios de comunicación lo que hacen es tomar elementos de la realidad, o que van apareciendo en la realidad, y los resignifican, los reconstruyen como elementos de otra realidad”.
La película de Barry Levinson, Wag the Dog (1997), es una clara descripción de cómo los medios de comunicación montan una situación que no es tal y que, sin embargo, resulta creíble para la ciudadanía. Se dibuja mediáticamente un conflicto bélico en un pequeño país europeo para entretener a la sociedad estadounidense y, al mismo tiempo, ocultar el escándalo amoroso en el que se vio envuelto el presidente. Su reelección estaba en juego, entonces se debía distraer la atención del público con elementos del lenguaje cinematográfico y mostrarlo a él como un héroe.
La credibilidad de los medios está estrechamente vinculada a la manera en cómo ellos exhiben los hechos, los acontecimientos. El problema es sí, en esa manera de exhibirlos, se manipulan, se transforman o se inventan circunstancias que no son verdaderas. Es en este momento donde uno podría preguntarse si existe algún límite a la ficción desmesurada. Y la respuesta podría ser afirmativa. Los límites están dentro de la realidad de los sujetos. Enrique Raffín piensa al respecto que las fronteras a esta actividad de los medios “es el público; es decir, uno puede sostener ciertos discursos televisivos, ciertos discursos periodísticos, ciertos discursos cinematográficos. Pero, en definitiva, es el público el que determina sí esa realidad que ve y encuentra narrada en los medios lo identifica o no. Cuando esa realidad no funciona como un verosímil, no funciona como si fuera verdad, llega a un límite”.

De lo expuesto puede deducirse que tanto los medios de comunicación como los individuos en su totalidad son creadores de realidades. Sin embargo, el carácter objetivo y afirmativo con el que se presenta el discurso mediático le da a éste mayor poder político y le permite atravesar todas las esferas sociales. Los acontecimientos son tales porque pasan por los medios. Y alcanzan credibilidad porque hay en ellos elementos que se verifican en el transcurso de lo que va sucediendo, a pesar de que también en ellos existan datos que sean manipulados por los diferentes actores que tienen intereses en juego.

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